viernes, 12 de septiembre de 2014

Reseña: Miedo, Michael Grant (Olvidados #5)

Título: Miedo
Autor: Michael Grant
Saga: Olvidados
Año de publicación(en inglés): 2012
Páginas: 443
Capítulos: 38 + Epílogo














SINOPSIS_____________________________________________
HA PASADO UN AÑO DESDE QUE TODO ADULTO DE PERDIDO BEACH DESAPARECIÓ.
En la nueva y precaria sociedad que han construido los supervivientes empieza a insinuarse el nacimiento de la Oscuridad y, la que puede que sea su peor encarnación: el miedo. La vida dentro de la barrera empieza a quebrarse cuando la Oscuridad pasa a ocupar todo cuanto ven, al ennegrecer por completo la cúpula que los rodea inevitablemente. Y en la oscuridad más absoluta es donde nacen, a su vez, los miedos más terribles, las intenciones más truculentas; sin embargo, si por algo se han caracterizado los peculiares habitantes de la ERA es por su inagotable espíritu de resistencia ante la adversidad y el peligro y, sobre todo, el deseo de vivir y la voluntad de protegerse unos a otros. Aunque, quizá...¿Esta vez el precio será demasiado alto?

MI OPINIÓN________________________________________
Intentaré dejar de lado mi fanatismo para escribir una reseña objetiva, concisa y analítica tal y como este libro se merece; no sería justo desperdiciar la oportunidad de expresar mi opinión sobre este libro llevada por mi fascinación. Así que pondré mi empeño en hacer que esta reseña sea lo más clara y precisa posible para poder exponer así una opinión sólida y válida.
Empezaré con esto:
Michael Grant, usted es un genio.
>>No era el dolor lo que la hacía gritar, sino la desesperación, la certeza de que nunca sería la madre del bebé. De que había fracasado incluso en eso. En el fondo seguía convencida de que no tenía perdón posible, de que continuaba exiliada de la humanidad, de que aún llevaba la marca de sus malas acciones. (...) <<He pedido perdón, me he arrepentido, he suplicado perdón; ¿qué quieres de mí?

El peor miedo de Sam Temple se ha hecho realidad: permanecer atrapado en la Oscuridad fría, eterna, asfixiante. Y es que su mundo, ese mundo terrible de dolor y locura en el que vive ,ha encontrado al fin el modo de vencerle. Su única esperanza y la de su pueblo recae en la luz que sale de sí mismo: faros brillantes en la oscuridad que, más que luces acogedoras que aseguren la salvación de sus semejantes y de él mismo, serán cebos para las bestias que quieren encontrarle. 
Pero no está solo. Y es que Astrid ha vuelto, pero ya no es aquella chica de la que se enamoró: es una persona completamente distinta, no mejor ni peor, simplemente distinta. Una persona que, tras haber cometido una atrocidad, afronta ahora la verdad sobre sí misma, y la acepta con franqueza. Astrid ha vuelto tras cumplir su penitencia, dejando atrás lo que pudiera quedar de su antiguo ser y volviendo junto a él. Pero para sorpresa de Sam, hay algo que no ha cambiado en ella: lo que siente por él.

>>La culpa era algo fascinante: no parecía debilitarse con el paso del tiempo. En todo caso, se había fortalecido a medida que las circunstancias se desvanecían de la memoria, cuando el miedo y la necesidad se volvieron abstractos. Y ahora solo sus acciones destacaban con una claridad cristalina.

Ella vuelve inundada de remordimientos, pero cuando regresa a él, él no la apunta con un dedo acusador, no la repudia por su mal. La perdona y olvida sus actos. Empatiza con sus circunstancias. Entiende su miedo, su dolor; porque él la ama, porque la necesita a su lado.
Y su retorno también significa la huida de Drake el asesino. Drake, aquél al que no se puede matar.
Porque Drake es un personaje que ha logrado alzarse como el único y verdadero villano de esta historia, un ser inmoral carente de sentimientos o compasión por los demás, una máquina de matar cuya existencia depende de Su Señor, al que ama, al que sirve; pues su Señor se merece su miedo, su devoción.
Y los planes de Su Señor ya no consisten únicamente en encontrar a Peter Michael Ellison, el Enemigo; sino en la necesidad urgente y desesperada de caminar sobre la tierra y así poder, al fin, cumplir con su objetivo. Alcanzar aquello que tanto desea.
Pero La Oscuridad necesita servirse de alguien que le ayude a conseguirlo: y ésa es no es otra que Diana Ladris.
Diana, posiblemente el personaje más complejo que haya leído nunca, vive ahora con la losa del arrepentimiento tras sus espaldas, después de haber abandonado a Caine. Después de fracasar. Pero no está sola, pues una parte de él está dentro de ella: está engendrando a su retoño, cuyo cuerpo está destinado a usarse como un arma, un recipiente. Ella busca desesperadamente redimirse, aunque, obviamente, sin dejar de lado su actitud mordaz habitual y que en tantísimas ocasiones ha conseguido sacarme una sonrisa.

>>-¿Comentamos el oscurecimiento de las aureolas?
>>   -Por favor, te lo suplico: no.

Y es que Diana se da cuenta enseguida de que su retoño no va a ser como los demás: va a ser un niño poderoso. Y por ende, sospecha que su padre regresará para matarle, porque actuar de otra manera resultaría una humillación para él.
El padre de su hijo es ahora el Rey Caine, que observa a su decrépito pueblo marchitarse cada día un poco más pese a la aparente estabilidad que él y los pilares de esa precaria sociedad que gobierna se esfuerzan en construir, una falsa ilusión que no tardará en romperse. Caine observa desde su silla que no merece ser llamada trono cómo un verdugo se lamenta, cómo recaen en él las decisiones difíciles y trascendentales para mantener estable el sentido de la justicia mientras Albert Hillsborough se limita a acaparar toda la información posible y a hacerse de oro a costa de su propio sentido del capitalismo que ha acabado imponiendo a los demás. 
Pero Caine se niega a ensuciarse las manos: su mano derecha es ahora la loca y peligrosa Penny, que vive maquinando su venganza contra él y Diana por todo el dolor que le han infringido, especialmente él. Y con la corona sobre su cabeza y con el poder que representa, Caine lidia con sus ambiciones y problemas gubernamentales junto a sus siervos y cómplices. Ha saciado su sed de poder, pero ha perdido a Diana.
Y sin ella, él está condenado a perderlo todo.

>>- Si cedo, todos pensarán...Soy el rey. Pensarán que se me puede vencer.
>>- Claro que se te puede vencer, Su Alteza. Se puede vencer a todo el mundo.

Y subtramas, esas subtramas tan ricamente complejas y enrevesadas como las principales: las premoniciones de Lana, la tensión entre Dekka y Brianna, el secreto de Edilio...Todas ellas, en vez de entorpecer la lectura o distraerla del principal hilo argumental, la alimenta y la convierte en un conjunto de historias opuestas y colisionantes que se dan por acabadas en un único final. El conjunto de la historia no es más que el resultado de esta arriesgada pero efectiva maniobra del escritor: un escenario cambiante de personajes que juegan sus bazas con mayor o menor discreción, pero que influyen en la historia del mismo modo que los personajes con mayor peso y protagonismo. Es por esto que me niego a admitir que Olvidados cuente con un protagonista definido; el papel de héroe es subjetivo y la atención del autor se rige únicamente por el interés en su historia, no por la calidad del personaje.
Y es que si en algo sorprende Grant incansablemente es en sus personajes, pues todos ellos cuentan con personalidades y trasfondos tan profundos que resulta casi imposible creer que no existan. Las emociones humanas se reflejan en ellos perfectamente y son representadas al lector con maestría, haciendo que se cuestione interrogantes sobre sí mismo ante la inevitable simpatización con los personajes, que a pesar de todo consiguen comportarse perfectamente como personas de su edad. Cada uno de ellos cuenta con sus miedos, sus sueños, sus derrotas y sus victorias; después de todo, esas son las distinciones primordiales que nos diferencian como seres humanos, que nos hacen ser lo que somos.
El ritmo vertiginoso estalla desde el principio, provocando sensaciones tensas, alarmadas y en ocasiones desagradables en el lector; el clímax de la historia es tan denso y oscuro como la propia Oscuridad que describe. Viene acompañado, además, de ese tono tan característico que poseen todos los libros de esta saga, como de sopor y horror constante. Se mantiene intenso cuando las sospechas y conspiraciones empiezan a aparecer, provocando una sensación de desastre inminente; avanza con rapidez en los momentos previos al suceso que tanto se teme y espera y, entonces, es cuando explota la bomba. Y empiezan a pasar cosas tremendamente interesantes. Una cosa tras otra, una revelación tras otra, una pérdida tras otra, dando como resultado un elegante caos abrumador que deja sin aliento hasta al menos impresionable de los lectores. La escritura, simplemente impecable; sencilla y ligera en los momentos oportunos y elaborada cuando se introduce alguna reflexión o diálogo que lo requiera.
Puede que el componente más perturbador de esta historia es que es demasiado realista, a pesar de que en algunos momentos es fantasía pura. Cada personaje se enfrenta a su infierno personal. Algunos se cuestionan su moralidad o pierden la cordura. Nadie es invencible y nadie es imprescindible. 
 La adrenalina se desvanece tras la última línea, la última palabra, el punto final. Y con ella la certeza, la admiración y el poder adictivo que emana cada una de las páginas de este libro, seguido de diez minutos mirando fijamente la pared, preguntándote qué acabas de leer. La abrumación. El estado de shock en el que me quedé fue de los gordos. Nunca podría haber imaginado que el libro pudiera acabar así.
  Esa escena brillante en la que presenciamos a Diana dando a luz a su retoño a sabiendas de que La Gayáfaga estaba justo detrás de ella apremiándola para quitárselo, Drake en todo su esplendor psicótico, Brianna entrando casi al instante con su recortada y una buena dosis de ego y desenfado para enfrentarse a la situación, Penny desangrándose y Brittney apareciendo.

>>Estúpida. Si la Gayáfaga quiere algo, te lo hará saber. Por lo demás, es mejor no pasar mucho tiempo aquí abajo pensando en lo poderoso que eres. Aquí solo hay un Dios, y no es el de Diana, y desde luego tampoco lo eres tú, Penny.

Edilio. Edilio y las sabias palabras que le dice a Sam. 
       
>>Astrid y tú vais a sacudir la casa flotante cada vez que podéis. 


    Caine pensando en Diana. 

>>El chico cerró los ojos y se imaginó a Diana. Una chica guapa, Diana. Lista. Lo bastante lista como para seguirle el ritmo. Lo bastante lista como para jugar a sus juegos.
Habían sido felices (...)


 . Esa conversación frenética entre Caine, Sam, Lana, Astrid y Quinn. Las palabras del pescador, dándole una lección de humildad al rey.

>>Lo que la gente recuerda es el final de la historia. Y, si baja la barrera, el final de la historia será que lloraste y te cagaste y bailaste como un mono entrenado para Penny.


Caine y su sarcasmo. 

>>Y así es, Astrid. Me dan ganas de ir a lanzar la pelota de fútbol en el patio trasero. De hacer filetes a la barbacoa. Esas cosas de papá de verdad. El único problema es esta maldita oscuridad.
Caine es ese personaje que me encanta leer aunque sé que es un narcisista gilipollas. !Y sin caer en cliché!

 La Oscuridad y sus secuaces invadiendo la ciudad. Sam y Caine codo con codo, regalándonos otra de esas geniales escenas de complicidad fraternal en batalla. Penny y ese trozo de pavimento. Dekka aparece inesperadamente y distrae a Gaya. Sam cayendo desde lo alto. Sam fulminando a Gaya. La barrera se vuelve cristalina y Drake, Diana y Gaya corren hacia el desierto.
Y entonces los hermanos Temple ven con claridad el rostro de su madre, el rostro de la mujer que los traicionó; Caine ve ante sus ojos el rostro de una mujer que prefirió rendirse antes que quererle.
Y entonces llegan los demás. Moribundos, exhaustos y arrastrando los pies. Vuelven y observan las caras de sus padres y madres, de aquellas personas que dejaron atrás y que, lejos de mostrar alivio o el amor que se suponía les profesaban, los apuntan con un dedo acusador y apartan la vista ante la agonía de ver a sus hijos convertidos en criminales.

>>¿Dónde está mi hijo?- y un nombre-.
>>¿Dónde está mi hija?- y un nombre-.
>>Muerta. Muerto. Se lo comieron los gusanos carnívoros. Murió atacado por un coyote. Asesinado en una pelea por una bolsa de patatas. Se suicidó. Lo matamos porque era la única forma de lidiar con él.

Y finalmente, llega el sensacionalismo, los flashes de cámaras y expectación. Y la obra se cierra con una reflexión sobre la pérdida de la inocencia y las creencias, seguido de una frase llena de esperanzas y, al mismo tiempo, de una tristeza agridulce al saber que se acerca el verdadero final de esta historia felizmente cruel y desgarradora.

>> Ya no era de ellos.
Era de él.
Y él de ella.
Y aquel era su mundo.

Esto es todo lo que puedo decir, ¿mi conclusión?: Si lo que deseas es leer una buena saga juvenil, no cualquier otra basura comercial que te venden con excusas, abre el primer libro y sumérgete en un viaje repleto de emociones, reflexiones, fantasías, pesadillas y sueños que te perseguirán durante mucho tiempo. Te prometo que valdrá la pena. Repetiré toda la vida que esta es mi saga favorita y siempre lo será hasta el momento en que reniegue de leer y me dedique a otros quehaceres, porque realmente es la mejor saga que he tenido el placer de leer. Adéntrate en la ERA; no te arrepentirás.

Valoración final:














1 comentario:

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